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Archivos diarios: 21 May 2009

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!


La SGAE ataca de nuevo.

biblioteca

Escrito por José Luis Sampedro.

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus ‘clientes’ éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl Marx.Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas
plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre ; abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio
del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.

Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro.

OS CUENTO: Mi recuerdo de las bibliotecas me remontan a mis 10 años cuando cada año en verano me pasaba horas leyendo a Julio Verne, Emilio Salgari, . . . en la biblioteca de la Caja de Ahorros existente en la Plaza Mayor de Salamanca.

Continué posteriormente con los libros que me prestaban en aquella Bibliteca cuyo olor peculiar, casi una fragancia, aún permanece en alguna parte de mi cerebro. Recuerdo quemás tarde leí , casi devoré Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdos. Posteriormente fuí a la mili y allí en sus bibliotecas empecé con «Cañas y Barro» de Blasco Ibañez hasta que casí acabé con su obra.

Losos siguientes fueron dedicados a mi autor favorito: Miguel Delibes.

He disfrutado mucho en las bibliotecas o en mi casa con sus cientos de préstamos, me imagino que como casi todos vosotros. Hoy soy lector estacional , de verano, y casero.

Ahora , como nos cuenta el admirado Jose Luis Sampedro, entran los chupópteros de la SGAE (el apelativo es mio, no suyo) a saco en esos cultos edificios a cobrar (no sé en razón de qué) por cada prestamo bibliotecario.     ¿ Ignoran que cuando se adquirieron en su precio ya estaba marcado su canon?, ¿o es que simplemente se quieren cargar la cultura en beneficio de cuatro?. Si nos cargamos las bibliotecas leerá solo la gente con mayor poder adquisitivo, menudo precio tienen los libros en general.

En un post anterior, pero reciente, os contaba que la Ley que les amparaba, que les lavaba las manos,  era claramente injusta. Os decía que LA SGAE tenía todas los prerrogativas del mundo y que ya era hora de que el poder público (vulgo Gobierno) intentase arreglarlo, mejor más pronto que tarde.

Si no se arregla pronto y esta gente de la SGAE sigue campando a sus anchas todo acabará en un clamor popular , ya hay colectivos movilizadores, justo clamor que los de la Carrera de San Jerónimo van a tener que escuchar.

Si estas de acuerdo, difúndelo. Por el placer de la lectura.

 
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Publicado por en 21 May 2009 en SIN VERGUENZA, SOCIEDAD